(Yo)ga moderno.

Con el circular de la gente y la vida vas encontrándote con nuevas personas que disparan una luz sobre un tema en particular de una manera distinta a la que conocías, poniendo las certezas en perspectivas.

Y pasa que no siempre se da por dicen que son, sino por como se expresan de las personas y las cosas que pasan a su alrededor.

Tengo la impresión de que esto de los medios digitales afecta un montón todo este resurgimiento de consciencia que se vive en el mundo. De cierta manera puede ralentizar este proceso de espiritualidad colectiva con un contra ataque de ego y se convierte en algo paradójico. Porque mientras más se fluye y profundiza en la práctica espiritual, la misma, a veces, viene acompañada con unas ganas de compartirla con tus seguidores / amigos y acá se desbordan una serie de sucesos que nublan la buena intención inicial.

¡La trampa! Acá es como pasar el FLAC a MP3 (128 kbps) y perder toda la magia y la atmósfera de la canción. Es como ir al cine, ver la película y grabarla con tu celular para verla de nuevo en tu casa con tus amigos. Cuando esto pasa, de la manera que expongo, hay una desorientación que cascadea de creador a espectador, en una ola de atención hacia la forma y no hacia el fondo.

La búsqueda de la plenitud espiritual se dificulta con tantas herramientas que nos distraen de nosotros mismos y las experiencias que podemos tener cuando callamos. La necesidad subterránea de compartir esta sujeta a la necesidad de pertenecer y ser reconocido.

Seguimos dando vueltas.