La cercanía de tenerte lejos.

Ricardo Zevallos Repetto
4 min readJun 29, 2016

No se si son los tiempos modernos y acelerados que vivimos hoy o es por la cantidad de relaciones personales que son cada vez más tópicas y efímeras, pero tengo una extraña sensación.

Desde que tengo a mi hijo y desde que me separé de su mamá, se me ha hecho un poco complicado involucrarme profundamente con alguien más. He tenido increíbles personas con las que he compartido tiempo y espacios en dimensiones y extensiones distintas. Algunas personas de una noche, otras de dos y otras sesenta. No importa cuánto tengamos en común, no importa cuánto podamos compartir. Nunca me dejo llevar, nunca se siembra la ilusión.

Quisiera poder sentir ese desapego a la certidumbre y dejarme llevar por el amor y que ese sea el norte de lo que sea que viene luego, esperando que sea producto de ese amor que podría llevarnos a lugares, según dicen, hermosos.

Y es que disfruto un montón de la compañía de personas con ambiciones, con pasiones, con sueños que puedan compartir y desplegar sus ideas con grandes palabras y grandes bocanadas de aliento para poder expresar lo que sienten y quieren para sus vidas. Me inspira y me dan ganas de seguir conociendo a más personas. Hasta este momento, todo parece bien: yo quiero seguir viendo a esa persona, esa persona quizás quiera seguir viéndome a mi también y así lo hacemos. Incrementando, de manera espontánea el cariño en el trato y las consideraciones.

Batalla de las sábanas. Vuelan las chispas. Se arma un carnaval de emociones y el momento se vuelve nublado e intenso.

Y desde el mísmisimo momento en que se consuma el acto y los grandes finales tienen su lugar, empiezan a cascadear una serie de ideas bastante claras a veces y otras veces confusas.

La primera es inmediatamente después de terminar:

  • La quieres despachar porque no es nada más que sexo. No te cae tan bien como para seguir una conversación.
  • Puede haber espacios para conversar, son amigos, se llevan bien y se puede manejar una relación de amistad con ciertos adicionales acordados, en este caso, el sexo.
  • Se viene el arrumaco y la cercanía física (que puede convertirse en emocional) porque la química es especial y se caen un poco mejor de lo que los dos casos mencionados arriba manifiestan.

El Arrumaco

Acá es cuando la situación, considero, se puede poner un poco más compleja para mi por algo muy sencillo: casos como el primero y el segundo son, a mi edad y criterio, algo que sabes que va a pasar. Tanto si la señorita no es de tu absoluta predilección como persona o si es tu amiga, la cosas están bastante claras y no debería suponer confusión alguna. Además que no soy tan seguidor de la primera. Soy muy conversón como para agarrar a una persona que no me caiga bien y tener una discusión acalorada sobre las sábanas. No me emociona mucho la idea, a menos que la persona en cuestión sea un monumento al cabeza de gato y valga la pena ignorar la ausencia de diálogo para convertir la situación en una simple degustación de carne.

Pero si no es así, y viene el arrumaco que, después de un sexo brutal, la cosa es un poco más compleja y aquí mismito es que se me hace una sola fanesca todo.

Hipótesis #1

Creo que, según recientes conversaciones que he tenido, que tiene que ver mucho con mi hijo, que es sin lugar a duda lo que más quiero en el universo entero.

Creo que es tan grande ese amor, ese respeto que tengo hacia él y el tiempo que le dedico y reservo exclusivamente para él que me estoy privando de querer a alguien más por miedo a que me quite ese tiempo que le debo a Felipe. Que le quite esa prioridad absoluta que tiene en mi vida y lo ponga a él, que poco puede reflexionar sobre lo que lo rodea, en una posición en la que sienta celos de alguien que le esté “quitando a su papá”.

Nadie más que yo sabe que esta idea es estúpida y egoísta conmigo mismo. Porque entiendo que puedo y debo tener una vida propia, con mis propias experiencias y mis propias reglas. Pero de manera inconsciente estoy frenándome a querer a alguien más de lo que quiero a mi hijo. Quizás más de lo que creo que quiero a mi hijo sin entender que son ideas, personas, relaciones y tiempos y espacios diferentes.

Dejándome en una situación tenazmente estúpida, en la que no me gustan ni las relaciones efímeras ni las profundas. Básicamente porque ninguna tiene cabida en una cabeza que ya está llena de ideas que creo son profundas.

La distancia.

Para no alargar el cuento, trepo una pared gigante en la que mantengo buenas amistades. Algunas con adicionales, algunas plain. Algunas duraderas y otras itinerantes. Lo cierto es que todas son reales y bajo esa condición de veracidad, se mantienen dentro de los márgenes que creo puedo manejar, porque cuando quiero ir más allá no puedo hacerlo a plenitud. Y cuando quiero quedarme acá estoy pensando en que pasaría si de verdad, con todos los fierros, me voy para allá.

Mientras no tenga fierros…

--

--

Ricardo Zevallos Repetto

Advertising & marketing professional with +15 years of experience in the field and +30 years of experience as a human being.